Relatos cortos
Testimonios sobre el “Degüello de Moca”
Roberto Valenzuela
La
matanza que ejecutan los soldados haitianos en Moca, Santiago de los Caballeros
y otras localidades fue la reedición de lo que hicieron cuando proclaman su
independencia, 1 de enero de 1804, que ordenan pasar por las armas a todos los
blancos, a quienes les prohíben además ser dueños de algún tipo de propiedad.
Esto es provocado por el odio o resentimiento en contra los amos blancos que
los habían mantenido como esclavos.
En
el caso de la matanza en la villa de Moca, el Diario Libre publica un reportaje
en que afirma que la cuantificación de víctimas de aquel momento pasadas a
cuchillo, sables o bayonetas, fueron estimadas en cerca de medio millar,
cantidad elevadísima a juzgar por la reducida población.
Este
diario recoge varios testimonios de historiadores y personalidades, que
consideran la acción como uno de los peores actos de barbarie. Summer Welles
señala que "los residentes fueron congregados en número de quinientos, en
la iglesia para presenciar un solemne Te-Deun en acción de gracias... (y) ahí a
mansalva fueron degollados sin misericordia..."
Gaspar
Arredondo y Pichardo, un joven abogado de Santiago, que había resistido junto a
otros la embestida criminal en esa ciudad hecha por los mismos haitianos antes
que el suceso de Moca, habiendo tenido que salir huyendo a Cuba, escribiría
desde allá, su "Historial de mi salida de Santo Domingo el 28 de abril de
1805", crónica escrita con el sólido soporte de una narración hecha por
alguien que fue testigo y actor al mismo tiempo.
Relata
que el comandante haitiano había impartido la orden a sus tropas "de que
las mujeres de todas las clases y edades se reunieran en la iglesia y los
hombres en la plaza, pues todos, bajo la buena fe de la capitulación celebrada
con los vecinos, debían obedecer a las prevenciones del jefe que mandaba. Todos
obedecieron creyendo que se iba a proclamar algún indulto o gracia a favor de
ellos, y el indulto fue degollarlos a todos luego que se verificó la reunión
prevenida, como a ovejas acorraladas." Califica aquello como un
"sacrificio espantoso, sacrílego y bárbaro".
Lo
de Moca es solo el punto más revelador y escandaloso de aquella orgía de
sangre, terror y saqueo que realizaran las tropas haitianas en este lado de la
frontera en el año de 1801 y en el 1805, tal vez porque la población fue
concentrada en gran número en la iglesia y los invasores no necesitaron de
mucho esfuerzo para su ejecución. En su Historial, Arredondo y Pichardo
califica como degüello la matanza realizada por los haitianos en Santiago el 28
de febrero de 1805 quienes entraron a "sangre y fuego con todos los del
país para hacerse paso a la capital" y agrega que "toda aquella
población y los pueblos del tránsito, fueron reducidos a ceniza por la tropa
negra en su retirada, destruyendo hasta los altares. Los sacerdotes que
encontraron fueron presos, y después sacrificados". Continúa narrando como
se llevaron a pie para Haití, a los que dejaron vivos entre ellos al
octogenario vicario Pedro Tavares, muriendo muchos de hambre y sed en el
camino.
Emilio
Rodríguez Demorizi, en su libro Invasiones Haitianas de 1801, 1805 y 1822
recoge una significativa documentación originada en la época y la consecuencia
de los hechos, que constituyen la prueba inequívoca de la devastación, los
asesinatos gratuitos e innecesarios, el saqueo y desolación a que los haitianos
sometieron nuestro territorio, especialmente, en 1801 y 1805. Fuente: Diario
Libre
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