El
propósito de la transformación del Estado Dominicano
Por: Fausto Herrera Catalino
La “máxima vil: todo para nosotros y nada para los
demás”. Es la calamidad del gobierno
arrasando con todas las instituciones de los poderes del Estado.
La “Mano a la obra” ha llegado a limite
insostenible: “¿Qué esperan los peledeístas para cambiar el rumbo del país? ¿O
piensan ordeñar la vaca hasta secarla? No falta mucho; el endeudamiento va alto
y cada día los problemas se agudizan”, pregunta la politóloga Rosario Espinal
en un reciente artículo.
Los oficialistas pregonan un sueño, de que el año
que se inicia será de grandes logros. Sin embargo, el país vive en la desesperanza.
Las dificultades económicas que confrontará el país
este año no auguran un desempeño exitoso. En sentido negativo se observa un
incremento en el deterioro de la calidad de vida de la gente.
Noam Chomsky, en “Réquiem por el sueño americano”,
apunta: “la democracia nunca ha sido del agrado de los sectores privilegiados y
poderosos. La democracia confía el poder a la población general y se lo
arrebata a los privilegiados. La concentración de la riqueza conduce a la
concentración del poder. Las grandes empresas tienen a los partidos políticos
en el bolsillo”.
Exactamente, estos juicios retratan el régimen
instituido, de centroderecha en la Republica Dominicana, por el modelo
hegemónico del Partido de la Liberación Dominicana. El caos autoritario es el
principal problema nacional que se ha pretendido ocultar con campaña mediática,
al amparo del clientelismo generalizado y, su secuela, la corrupción
desenfrenada.
Las elecciones generales del 2020, sin Leyes
Electoral y de Partidos políticos con transparencia, serán el mismo espectáculo
fraudulento que todos conocemos. La Junta Central Electoral advirtió su
dificultad para administrar ese proceso, si no se aprueban, ya mismos, los
instrumentos legales. Se juega al tiempo. La estrategia aplazar la aplicación
de reglas claras. Un ejemplo es el debate estéril de las primarias abiertas o
cerradas.
Como escenario las contradicciones al interior del
PLD que procuran su continuidad en el poder, para garantizar la impunidad de
todos.
Veremos qué nueva compañía suple escáneres para
justificar el resultado divulgado, previamente, a través de la encuestas. La
coartada que desvía la atención al costo y deuda por los equipos que ahora son chatarras. No obstante, la
Cámara de Cuentas autoriza se salde la estafa denunciada. Para actuar así
fueron designados. Y, entonces ¿Cuál es la resistencia opositora?
El asunto es la ilegitimidad de las autoridades que
se declararon electas y ahora ejercen un poder usurpado a la voluntad soberana
del pueblo dominicano. Ahí está la misión cumplida por el pasado presidente, no
confirmado, de la Junta Central Electoral.
La democracia se tambalea en República Dominicana.
Ha avanzado muy poco y su calidad es baja, según los parámetros de su
funcionamiento. Nuestro país lo que realmente necesita es un cambio de sistema.
Estamos conscientes que ningún problema puede ser
resuelto bajo el mismo criterio con que fue creado.
Por lo tanto,
si se mantiene el mismo paradigma es insuficiente el cambio de
gobierno. La solución pertinente apunta
a la transformación del Estado por un nuevo orden democrático derivado de la
movilización generalizada de la sociedad civil y política. Más allá de la
marcha “contra la corrupción e impunidad”. Un acuerdo político de la
ciudadanía. Es la clave del poder en disputa.
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