La imagen corporativa
Todas las empresas e instituciones, sin
importar su naturaleza y tamaño, tienen una determinada imagen pública, sin
embargo no todas cuentan con una imagen corporativa. Esta última es un proceso
dinámico, participativo y continuo, dependiente de la identidad y la
comunicación corporativa. Crear, mantener y posicionar una imagen corporativa
sostenible es hoy una ventaja comparativa y competitiva.
Es un esfuerzo fallido tratar de
gestionar la imagen corporativa como ventaja comparativa al margen de una
identidad bien definida y una plataforma integral de comunicación.
Desde el enfoque pragmático, la imagen
corporativa es el conjunto de rasgos tangibles e intangibles de la identidad, a
través de los cuales se describe, recuerda y asocia la manera de cómo realizan
sus operaciones y actividades las organizaciones.
Sin unos rasgos de identidad bien
definidos y bien comunicados, no hay imagen corporativa. A duras penas podrá
haber imagen pública fraccionada.
Para que la imagen corporativa sea
creíble debe ser capaz de proyectar a la organización tal y como es, tanto por
dentro como por fuera.
La imagen corporativa tiene que ser
capaz de diferenciar, distinguir y referenciar positivamente a las
organizaciones que la sustentan.
Las empresas e instituciones que
invierten tiempo y recursos en procura de construir una imagen corporativa
creíble y sostenible pueden obtener los siguientes beneficios: credibilidad,
distinción, confianza, reputación positiva, notoriedad, vínculos más
sostenibles, lealtad, poder de negociación, mayor armonía y coherencia entre el
ser y el parecer.
Los contenidos esenciales de la
comunicación corporativa son los vectores de la identidad corporativa,
los cuales deben estar presentes en todo momento.
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