jueves, 30 de junio de 2016
20:24
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OPINION
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EL ADIOS A UNA DAMA ESPECIAL
Por: Enrique Portuondo Tamayo.
Una de las cualidades de Dios es ser omnipresente, Dios es tan inmenso que nada lo puede contener; tal vez por esa cualidad, Dios puede estar en todo lugar.
Toda la creación cabe en él, por eso, te decimos a ti, mi amor, mí adorada, mi dama, mi tata, Mi Antonia…
Jamás podré dejar de pensar en ti. Si subo algún día al cielo, allí estás tú; si desciendo a la tumba, allí estarás tú. Si cabalgo sobre las alas de la mañana, si habito junto a los océanos más lejanos aún, allí me guiará tu mano cariñosa que me sostendrá la fuerza para seguir adelante.
En verdad, podría pedirle a la oscuridad que me ocultara, y a la luz que me rodea, que se convierta en noche; pero ni siquiera en la oscuridad puedo esconderme de ti. La noche siempre será tan brillante como el día en los amaneceres que juntos disfrutábamos.
Tu persona no se conformaba de ser testigo de esa hermandad familiar, de unas amistades sinceras, en fin, siempre luchaste por un cambio para su gente más cercana.
Un 30 de junio de 2016 inolvidable, para decirte un ADIOS ETERNO acompañada del ser más especial de muestras vidas, nuestro Jesús Cristo, coincidiendo con el Día del Maestro.
Así te llamaban en tu segunda casa, la Universidad Autónoma de Santo Domingo, LA MAESTRA. Ese calificativo te lo ganaste por esa alma de educadora, gracias al trabajo diario, ilusión y mucha dedicación, cada tarde en una oficina donde allí te recordarán siempre.
Esa fuiste tú, Antonia, la mujer con brillo agradecido de los ojos de sus compañeros y amigos descubriendo siempre una verdad intelectual, un valor moral, una sensación estética, esa eras tú, la educadora, la maestra que comenzó en una semilla voleada con generosidad y terminó con la certeza de su buen crecimiento a los que la necesitaban.
Dice un refrán popular, “No se entra a la verdad sino por el amor, y no se descubre el amor si no es amando”, y tu diste más que esa frase, a la familia, a los amigos, a los vecinos, a los que comenzaste a conocer en tus últimos momentos de vida, en fin, a todos, porque a mí, el esposo que elegiste hace 5 años para esa unión matrimonial, le diste el amor de la verdad, de la sinceridad, de la pasión, de la Responsabilidad.
Te fuiste Antonia, pero estarás en el Reino de los Cielos junto a Jesús Cristo, ese que también murió por su pueblo, y que su gloria, que es la tuya también, estará junto a mí y tu preciosa y agradable familia.
Tu cuerpo todavía nos sostiene santificado con la presencia de Dios. En este templo estamos con él, y estarás junto a él, porque cada día serás una de las hijas amada por Dios, y sin dudas, su imagen y ejemplo seguirán en las mentes y en los corazones de todos los que te conocimos.
Adiós Tata, adiós la adorada, adiós la familiar, adiós la amiga, adiós la vecina solidaria, ADIÓS ANTONIA.
DIOS TE GUARDARÁ EN LA GLORIA DE LOS REINOS.
DESCANSA EN PAZ, MI DAMA ESPECIAL.
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