Por GUILLERMO
MORENO
1. En la isla de
Santo Domingo coexisten dos Estados independientes y soberanos, fundamentados
cada uno en una nación con su propia identidad, con fronteras terrestres y
marítimas delimitadas y aceptadas: al oriente, República Dominicana; al
occidente, Haití.
2. La nación
dominicana es el resultado de más de cinco siglos, de un conglomerado humano
con razas diversas, que en lucha con el entorno geográfico y geopolítico, se
fue afirmando en base a un lenguaje, aspiraciones, creencias y costumbres
comunes, dando lugar a una historia y cultura singulares que nos dan identidad
propia en el conjunto de naciones del planeta.
3. Los
dominicanos –y hay registros que dan cuenta que este gentilicio se utiliza para
designar a los pobladores de la parte oriental de la isla desde el siglo XVII y
XVIII y sobre todo a partir de la primera mitad del siglo XIX– construimos
nuestra identidad en fiera lucha con los Estados que en distintos momentos nos
sometieron o pretendieron hacerlo: Inglaterra (1655), Francia (1809), España
(1821 y 1865), Haití (en 1844 y años subsiguientes hasta 1856) y Estados Unidos
(1924 y 1965).
4. Hoy podemos
ostentar orgullosos la nacionalidad dominicana por la determinación y
radicalidad de Juan Pablo Duarte y los Trinitarios en producir la independencia
nacional y fundar el Estado soberano, libre e independiente de la República
Dominicana.
5. La República
Dominicana y Haití, están obligados a aceptarse como Estados soberanos e
independientes y a mantener relaciones de respeto, de convivencia pacífica y de
cooperación en temas que les son comunes, no siendo viable la fusión de ambos
Estados y naciones.
El serio problema
migratorio.
6. Durante
décadas los gobiernos dominicanos y haitianos han permitido que su frontera
terrestre sea “tierra de nadie”, desarrollando un intenso contrabando de
personas, mercancías, drogas, armas de fuego, entre otros.
7. La República
Dominicana enfrenta por décadas una creciente oleada migratoria sin control,
sostenida como negocio por una mafia de militares y funcionarios de ambos
países, estimulada por empleadores que aprovechan la mano de obra
indocumentada. La primera Encuesta Nacional de Inmigrantes de la Oficina
Nacional de Estadísticas (ONE), en 2012 fijó en 458,233 los inmigrantes
haitianos residentes en el territorio dominicano –cerca del 5% de la población
dominicana– quienes ejercen una grave presión sobre el empleo, entre otros
aspectos.
8. El Estado
dominicano tiene la potestad y la obligación de definir su política migratoria,
de establecer cuántos extranjeros recibe, de definir una política frente a los
migrantes indocumentados, incluyendo la opción de retornarlos a su país,
siempre en un marco de respeto de los derechos humanos.
La Sentencia
TC/0168/13 del Tribunal Constitucional.
9. En medio del
caos migratorio descrito, se produce la sentencia TC/0168/13 del Tribunal
Constitucional en materia de nacionalidad.
10. La sentencia
TC/0168/13 es violatoria de la Constitución porque:
1º. El Tribunal
Constitucional en los hechos aplica con carácter retroactivo el texto contenido
en el artículo 18 numeral 3 de la Constitución votada el 26 de enero de 2010
que dispone que no adquieren la nacionalidad dominicana los hijos e hijas de
extranjeros que residan ilegalmente en territorio dominicano.
2º.- La sentencia
viola también el numeral 2 del citado artículo 18 que dispone: “Son dominicanos
y dominicanas (…) 2.- Quienes gocen de la nacionalidad dominicana antes de la
entrada en vigencia de esta Constitución”.
3º.- Al aplicar
retroactivamente la ley y al desconocer la nacionalidad adquirida en virtud de
constituciones precedentes, la sentencia TC/0168/13 viola la seguridad jurídica.
11. En
conclusión: la sentencia TC/0168/13 suprime la nacionalidad dominicana de miles
de dominicanos, con identidad y cultura dominicanas, nacidos en el territorio,
inscritos en el registro civil bajo el amparo de constituciones vigentes y
decreta su muerte civil, convirtiéndolos en apátridas o en extranjeros en su
propio país, lo que es absolutamente inaceptable.
12. La sentencia
TC/0168/13 desvía la atención del real problema que sí nos debe preocupar: la
falta de control efectivo en la frontera, el creciente contrabando en ella, la
oleada migratoria indocumentada en aumento.
13. Lo peor y más
grave es que la sentencia TC/0168/13 está siendo utilizada para manipular
sentimientos en la población dominicana y para fomentar una campaña de odio
contra dominicanos de ascendencia haitiana.
14. La nación
dominicana es una sola y la integramos todos los que ostentamos la condición de
dominicanos y nos identificamos en el conjunto de valores, cultura, lenguaje,
tradiciones e historia que sostienen “la dominicanidad”. Es inaceptable hacer
distingos motivados en la nacionalidad española, francesa, norteamericana,
cubana, haitiana, china o árabe de los padres.
Las verdaderas
amenazas al Estado y Nación dominicanas. —
15. Es cierto que
la nación y el Estado dominicanos enfrentan problemas muy serios que pueden
afectar su existencia misma. Pero nuestros reales peligros son de otra
naturaleza. Entre ellos: i) Que más de un millón de dominicanos está disperso
por el mundo, buscando las oportunidades que les niega su país; ii) La
presencia en el país de cerca de medio millón de migrantes indocumentados, y el
flujo continúa. iii) La inequidad social de un modelo económico que a pesar de
registrar crecimiento, concentra la riqueza y reproduce la pobreza; iv) La
inserción del país en esquemas de integración económica, llevando a la quiebra
a importantes sectores productivos, en especial la agropecuaria, haciéndonos
más dependientes de importaciones; v) La fractura creciente de la cohesión
social como consecuencia de la inseguridad ciudadana y del desarraigo; vi) El
grave e irresponsable endeudamiento externo, hipotecando el país a la banca
internacional; vii) La profunda crisis de la educación y de la escuela
dominicanas que no fomentan nuestros valores, tradiciones, historia, cultura,
en fin, nuestra identidad; viii) El acelerado crecimiento del narcotráfico, por
la complicidad de sectores oficiales; ix) Un liderazgo político en su mayoría
corrupto, sin autoridad moral, que envilece las instituciones, favorecido por
la más absoluta impunidad; x) La entrega de nuestros recursos naturales a
transnacionales a precio de vaca muerta, poniendo en riesgo la sostenibilidad
ambiental.
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