A veces escucho a
mujeres decir que sus esposos no son de su parentela, por lo que sólo importan
sus hijos.
Vamos a poner las
cosas de un modo muy sencillo: si de verdad amas a tus hijos, les darás el
mejor ejemplo de amor dándole a tu cónyuge la calidad más limpia, elevada,
abnegada, edificante y gratificante del amor.
Las falsas tradiciones
culturales, no nos traen felicidad
Muchos dirán que
uno puede amar a sus hijos con un amor perfecto sin cuidar o cultivar tanto el
amor por el cónyuge. Algunos incluso dirán que se puede no amar a la pareja y
sí amar a los hijos. Eso sería tan insensato como decir que se puede estar
viviendo un conflicto y odiar a los padres y al mismo tiempo tener relaciones
interpersonales completamente saludables.
Desmontemos esas
ideas tradicionales de nuestra cultura que limitan nuestra capacidad para tener
relaciones emocionales firmes y estables. No me gusta llamarlos
"mitos" porque los mitos son relatos que ilustran acontecimientos o
que explican a su modo el estado de las cosas. Estas ideas no son mitos, sino
ideas transmitidas por enseñanza o por tradición cultural, pero que carecen de sustento
lógico, ético o práctico.
No es un dato
oculto que los estudiosos del comportamiento humano, como psicólogos,
antropólogos, sociólogos, etc., han notado que el desarrollo óptimo del niño y
el adolescente se da en un entorno familiar en el que puede observar cómo los
padres se brindan respeto, deferencia, consideración e interés mutuos, esto es,
se aman entre sí, lo cual configura el modelo según el cual el niño o
adolescente edificará su concepción personal de las relaciones personales.
Amar a tu pareja
es el mejor regalo que puedes dar a tus hijos
El amor mutuo
entre cónyuges fertiliza la capacidad de amar a los hijos, porque ellos son el
resultado, la encarnación y la manifestación de la unión conyugal en muchos
sentidos. Si un hijo detecta que el amor de uno de sus padres por el otro es
prescindible, ello puede sembrar una semilla de duda y de temor respecto a cuán
prescindible puede ser para sus padres el amor por él.

Por supuesto,
este miedo tiene pocos o nulos fundamentos, pero los temores no son racionales
y, por lo tanto, son muy difíciles de erradicar. Como resultado, será muy
difícil que el hijo que vive en esa incertidumbre sea capaz de percibir una
realidad a su alcance en la cual exista un amor constante, paciente, abnegado y
estable que le sirva como reflejo del amor que él es capaz de dar y recibir.
Ello hace que sea desconfiado en sus relaciones personales y le cueste mucho
trabajo establecer amistades, noviazgos y otras relaciones sentimentales
duraderas, estables y —lo más importante— gratificantes.
Finalmente, tus
hijos no son "para ti"
Debes entender
que en un modelo ideal de la vida, tus hijos no son para ti. No se supone que
debas criar a tus hijos con la finalidad de que te den el amor, los cuidados y
el cariño que te debe dar una pareja como un novio, o un esposo. Al contrario:
tú debes prepararlos para que puedan ser felices al tomar sus propias
decisiones y vivir su propia vida, lo que incluye que busquen y encuentren a
aquella persona con quien deseen pasar el resto de su vida.
Finalmente, tu
cónyuge es completa y absolutamente tu propia y libre decisión. Si algo no ha
andado bien, deben recordar ambos que se eligieron el uno al otro, y eso debe
ser muy positivo: alguien que te gustaba a ti se fijó en ti. Tu hijo, al
presenciar la historia de sus padres día con día, y ver de cerca su ayuda mutua
y su amor, sabrá que el amor es real, que su poder es superior a muchas
adversidades y que la felicidad es posible.
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